domingo, 17 de enero de 2010

NUEVAMENTE A CLASES Federico Escobar Álvarez

Comenzarán las clases, como de costumbre será más de lo mismo, especialmente cuando no cumplen con las disposiciones legales. Los estudiantes seguirán usando uniformes, con diferentes pretextos, se incrementarán las pensiones, se manipulará a los padres de familia para que aprueben aportes “voluntarios”, compra del material escolar de determinada marca o características y así la larga lista. Lo fundamental no cambiará, el currículo educativo seguirá repetido, “esperando” la nueva ley educativa, es decir que no se formará para la vida sino que se entrenará al alumnado para su ingreso a la Universidad. Los discursos están lejos de incidir en la práctica cuyas consecuencias sufrimos a diario. Nuestros alumnos desconocen los valores humanos y la consistencia ética en su formación ideológica, lo que repercutirá en la vida del país. La consecuencia de esa educación lo sufre la sociedad entera, como en el caso de la segunda entronización de Morales como Presidente electo de Bolivia, donde gastarán más de siete millones de Bolivianos. Si hubiesen tenido una educación para la vida estamos seguros que esos fondos, por lo menos, hubiesen ido a ayudar a los damnificados de Haití, por solidaridad de quienes se dicen “socialistas” y hermanos de la humanidad.
La educación que comienza muchos años antes de la concepción del ser humano, continua a lo largo de su existencia, sufriendo una ruptura (castración) con la educación formal, donde lo repetitivo prima a la racionalización, el aspecto exterior, o la pinta, es más importante que la autenticidad. De esa lacra no escapan ni los colegios de convenio, donde se supone que manejan una filosofía cristiana, la muestra son las bandas mal llamadas Bandas de Guerra (¿Cuál guerra?), donde se derrocha dinero en apariencias que acrecientan la diferencia enorme entre pobres y ricos. Pensamos que los maestros, en su generalidad, están lejos de ayudar en la formación integral de los seres humanos por las deficiencias en su propia formación. Si deseamos una revolución tenemos que cambiar radicalmente nuestra educación, que es la base de cualquier sociedad. Definamos a donde queremos llegar para apuntar a ése objetivo con la educación formal. Sin miedo, cambiemos la educación obsoleta y domesticadora. XXX

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