lunes, 1 de febrero de 2010

AMENAZA Federico Escobar Álvarez

Cuando el Gobierno se propone regular los medios de comunicación hay malestar en una parte de la población. Sabemos que la ley de imprenta de enero de 1925 ha sido superada solamente por la aparición de nuevos sistemas de difusión, en lo demás está bien. El anuncio de “regular a los periodistas” parece destinado a eliminar el pensamiento de la oposición o la conciencia crítica, que el deseo de normar un trabajo, especialmente después de escuchar las declaraciones de algunos ex ministros de Estado que tienen sed de “venganza”. También hay temor cuando el Presidente Morales manifiesta “para que no mientan”, que mueve a interpretar: la adulación llegaría a ser “verdad” y el control social sería la “mentira”. La historia muestra que es imposible uniformar el pensamiento, escoger ese camino es simple y llanamente buscar que los medios aplaudan cuanto se les ocurra realizar a cualquier Gobierno. La Ley ya tiene los recursos necesarios para sancionar la calumnia o la difamación. La Constitución en su capítulo siete habla de los Medios de Comunicación, especialmente en el Art. 107 y sus incisos correspondientes, traza el rumbo, faltaría la reglamentación pertinente sin “amenazas” que tan solo muestran cierto afán de uniformar la noticia con alabanzas al accionar gubertnamental, lo que no condice con un Estado democrático. Ya vemos lo que pasó en Cuba, donde todos los que piensan diferente llenaron sus cárceles o lo que sucede en Venezuela, donde el cierre de una emisora de opinión diferente al presidente ocasiona muertos.
No habría Estado si todos pensáramos igual, además las autoridades llegarían a realizar acciones en contra la sociedad uniformando el pensamiento, sin un adecuado control social. Entre otras cosas la corrupción y el narcotráfico campearían en nuestro medio, por lo dicho estamos llamados a defender la libertad de prensa y de decir lo conveniente de manera libre y sin tapujos. Aprendamos de los errores de muchos dictadores para no caer en sus totalitarismos. Ante todo: libertad de pensamiento y expresión. XXX

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