miércoles, 21 de septiembre de 2011

QUE SE HAGA JUSTICIA Federico Escobar Álvarez




La agencia de noticias ERBOL trajo una horrible novedad: a raíz del bloqueo de caminos por campesinos en Tarija, un niño de tan solo ocho años, murió por un paro cardiorrespiratorio. Horrible noticia, la ambulancia primero tuvo que lidiar con los campesinos a la salida de Iscayachi, que no permitían el paso trasladando al niño al hospital “San Juan de Dios” de la ciudad de Tarija, luego cuando lograron pasar tuvieron que enfrentarse a 400 metros de piedras grandes en la carretera que impidió la velocidad apropiada al vehículo para llegar a tiempo, mientras los empoderados campesinos se reían y se hacían la burla desde la ladera del cerro, hasta que el niño falleció. Ese acto de barbarie y lesa humanidad tiene que llegar a estrados judiciales de oficio y sancionar a los dirigentes y cómplices directos e indirectos del asesinato (no puede llamarse otra cosa). En las guerras más crueles las ambulancias son respetadas y se prioriza o facilita su paso aun por territorio enemigo con tal que llegue pronto al hospital más cercano, porque está en riesgo una vida, que, en este caso, vale más que cualquier requerimiento de organizaciones sociales. Desconocemos lo que pasa por la mente de algunos dirigentes al no permitir el paso de ambulancias como de personal médico, habría que revisar la conformación sicológica de ésas personas. Necesitamos una reeducación en materia de humanidad y valores, aun haciéndoles “beber de su propio chocolate” (única vía de entendimiento para algunos).
Las autoridades pertinentes deben iniciar, de oficio, un proceso de juicio por asesinato culposo a los dirigentes que dieron la orden de “no dejar pasar a nadie” y a ciertos ejecutantes de esa orden sin permitirles discriminar los casos de necesidad extrema. No es la primera vez que sucede una muerte a consecuencia de bloqueo de caminos. Cualquier demanda social vale menos que la vida de un niño de apenas ocho años, con un futuro útil, para su comunidad y el Estado. Es hasta ridícula la actitud que toman los actores en las movilizaciones y los bloqueos sin respetar el derecho constitucional a la libre circulación, quebrantando el derecho a la vida, especialmente de un semejante en pleno desarrollo.
Reiteramos, los culpables directos e indirectos de la muerte de ése pequeño tarijeño tienen que ser juzgados por el crimen para escarmiento de todos los sindicalistas que les encanta bloquear caminos mientras la tierra realiza sus trabajos, haciendo crecer los productos, por lo que tienen tanta facilidad para movilizarse y cerrar caminos porque nada pierden. Deseamos que apliquen la Ley con esos bloqueadores, de una vez por todas. Basta de que las carreteras y las calles impongan su voluntad. XXX

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