domingo, 14 de agosto de 2011

VAMOS A LA ANARQUIA Federico Escobar Álvarez



Deseamos comentar tantas cosas buenas o de sus protagonistas, pero la maldad se impone, especialmente cuando se trata de transportistas u otros gremios. Poco a poco vamos a la anarquía, donde las leyes estarán en los museos, pareciera que llegó el momento de las hordas bárbaras, algunos conocidos como movimientos sociales, en las que cada dirigente, líder no puede ser, hace e instiga a lo que le place sin importarle ninguna norma. Los campesinos se meten a una mina exigiendo derechos propietarios, por haber nacido cerca a esa mina. Los transportistas que manejan carros, para transporte humano, totalmente destartalados, bloquean las rutas con la finalidad de seguir con esa especie de basura peligrosa sobre ruedas con más de 20 años de uso, siendo que en cualquier país civilizado son cinco o seis años como límite de uso en el transporte masivo de pasajeros, pero en el país, donde el poder del bloqueo y el gobierno de las calles se imponen tenemos que seguir soportando la incomodidad de viajar en buses o minis que más parece que fueron hechos para gente pequeña y no así para personas normales. Regantes que obedeciendo consignas políticas obligan a adherirse a sus manifestaciones haciendo un control riguroso de la asistencia a marchas “multitudinarias”, aplicando a los faltones multas elevadas por medio de sus papeletas de pago de servicios como de luz, agua y otros, para verificar accedamos a las boletas de pago en algunas cooperativas, uno o dos meses después de cualquier manifestación “voluntaria” de los regantes comprobaremos lo que decimos. En realidad todo pareciera girar en la mentira y la farsa, lo que sucede a todo nivel y en todo estrato de nuestras actividades. Nuestras calles están saturadas de vehículos contaminadores del ambiente y nadie le pone fin a ese atentado, solo se llenan la boca con la defensa a la Mamapacha, clavándole el puñal por la espalda. Es como en las fiestas religiosas donde si no sales atajando pollos o caminando a cuatro extremidades por la beodez no hubo fiesta. Es tiempo de que en la educación, de la casa como de la formal existaa responsabilidad de insistir en los valores morales, la ética, la utilización de códigos humanos y religiosos para la relación interpersonal.
Hagamos una mirada desde fuera de nuestras actitudes y nos daremos cuenta de lo dicho: Hay un proceso claro de que estamos dirigiéndonos a una anarquía donde ni los propios agentes coercitivos o disuasivos solucionan el bodrio y la responsabilidad de obedecer las leyes. Sin esa obediencia a las normas legales vigentes, hay anarquía, especialmente en el sector de los transportistas acostumbrados a tener demasiadas prebendas y tolerancia en sus abusos. XXX

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