domingo, 5 de julio de 2009

CAMBIO - Federico Escobar Alvarez

Transcurrió escasos días desde el “nacimiento del nuevo país” con viejas taras políticas: corrupción, contrabando, engaño y otras más, provenientes de esferas oficialistas. Castigan a unos y dejan a otros que el tiempo tape sus bellacadas. Es cierto que una nueva Constitución requerirá de años hasta consolidarse. Lo confuso es que dejamos de ser “República de Bolivia”, tal vez, porque el nombre proviene de quince años de lucha, o quizá el nombre de esta tierra bendita sea, con el tiempo: “Unión de Pueblos Indígenas Originarios Campesinos Socialistas” (UPIOCS), emulando a la ex URRSS. Otro asunto es el voto de nuestros compatriotas en el exterior. Para elegir es necesario conocer a cabalidad la vida dentro el conjunto de naciones y pueblos, así el voto será consciente. Los emigrantes tienen una idea al igual que algunos gobernantes europeos quienes piensan que el “socialismo” que se pretende en, por ahora, Bolivia, es similar a la que existe con sus países, donde con monarquía viven un socialismo muy diferente al que se pretende imponer entre nosotros, los mandatarios socialistas de Europa tienen una práctica muy diferente a sus pares socialistas en América del Sur. La idiosincrasia mayoritaria de quienes llegan al poder es “no habrá otra oportunidad”, tal vez esa es la causa para que los socialistas criollos caigan en la tentación del enriquecimiento ilícito. Es cierto que en todas partes existe corrupción pero no por esto tenemos que caer en las mismas prácticas. Bajo esta reflexión si nuestros compatriotas en el exterior al ejercer su derecho a votar, ese acto, sería más emotivo que racional. Existen algunos que piensan que es una cosa buena la que sucede en nuestra inmensidad geográfica, de ser eso cierto ¿por qué no están acá poniendo el hombro en los procesos de cambio que vivimos?
Los decretos promulgados por el actual gobierno dieron origen a la corrupción, en YPFB, con las consecuencias conocidas y que avergüenzan a la propia gente honrada dentro el partido oficialista.
Si queremos un cambio que beneficie a todos, tenemos que cambiar nosotros como seres humanos y eso se logra desde los hogares pasando por la educación terminando en el buen ejemplo de nuestros gobernantes y de aquellas personas en función de gestión oficial. El proceso el cambio debería empezar por transformar la acción del Gobierno, mostrando del cómo se vivirá en este “nuevo país”, deberá ser con un gobierno renovado, no podemos “echar vino nuevo en odres viejos” (Mateo 9, 17), si deseamos un nuevo país renovémonos nosotros mismos dejando las prácticas viejas para construir las nuevas, basadas en el respeto y el auténtico diálogo, respetando a las “mayorías de la minoría” como en la voluntad de los pueblos orientales y uno del Sur que le dijeron “no” a la nueva Constitución, pero se someten a la nueva Ley de leyes, el Gobierno debe escuchar sus puntos de vista y no imponer como en los viejos tiempos de las dictaduras militares. XXX

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